13 DE OCTUBRE DE TRAGEDIA Y DE VUELTA A LA VIDA
Escrito por Daniel García Martínez en la sección Internacionales.
Publicado el 17/10/2020 19:48:42
Hace 48 años caía en la Cordillera de los Andes un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya con integrantes de un equipo de rugby que disputarían un encuentro en Chile. La mayoría eran jóvenes, algunos iban acompañados de familiares, incluso amigos de los deportistas que completando la capacidad de la aeronave emprendieron un trayecto que no llegó a destino. El calvario duró 72 días.
Diez años atrás (2010) eran rescatados treinta y tres mineros que al sufrir un desmoronamiento en donde trabajaban, quedaron atrapados a 720 metros de profundidad durante 69 días. El accidente también ocurrió en Chile, en el Desierto de Atacama, a pocos kilómetros de Copiapó.
Ambas historias son conocidas a nivel mundial, tuvieron amplia difusión en su momento. Aún cada año se recuerdan los dos históricos momentos, uno con alegría y dolor, el otro con alegría y tristeza en varios de sus protagonistas.
EL FAIRCHAILD 571:
El accidente aéreo lo tengo presente desde niño, lo he contado algunas veces. Estaba merendando junto a mi madre quien siempre tenía la radio sintonizada en CX 20 Montecarlo. De golpe… la noticia, había desaparecido un avión uruguayo sobre los Andes llevando un grupo de deportistas rumbo a Santiago de Chile. De ahí a la fecha, el tema me interesó siempre, lo seguí en mi crecimiento a tal punto de guardar recortes de diarios y revistas sobre lo sucedido, algunos conservo aún.
He leído mucho sobre esa historia, he llorado algunas veces al escuchar testimonios en vivo de varios de los protagonistas. Me ha temblado el pulso al entrevistar algunos de ellos en su momento. La última vez fue a Carlitos Páez el año pasado a tal punto de no poder contener la emoción frente a frente tras sus respuestas y su mirada…
MINA SAN JOSÉ:
El accidente de los mineros lo viví desde que sucedió a través de las cadenas internacionales. En ese entonces trabajaba en Canal 12 de Melo. A medida que se descartaban opciones y métodos para el rescate, y cuando hubo pruebas certeras de cómo iban a extraer a la superficie a los sacrificados trabajadores que buscaban Cobre, corría el rumor en el canal que íbamos a estar presente en el rescate. Confieso que me invadía alegría por un lado e incertidumbre por otro ante lo que podía pasar en el rescate mismo. La primera cápsula había fallado.
EL VUELO:
La primera vez que crucé la cordillera en 2008 fue algo especial, emotivo a tal punto qué de solo mirar su inmensidad junto a la ventanilla del avión, empezaron a brotar lágrimas que supe disimular. Soy muy sentimental y más cuando hay situaciones que por alguna razón te llegan al corazón. Ese tiempo que dura el pasaje encima de los picos llenos de nieve se hizo un silencio impresionante entre todos los pasajeros, un silencio respetuoso. Ahí, en alguna parte están los restos de muchos uruguayos del avión perdido entre montañas donde cayó tras una falla humana. Viajaban cuarenta pasajeros y cinco tripulantes. Solo sobrevivieron 16 de ellos en un lugar donde era imposible que alguien lo hiciera.
Llevaba conmigo el bolso con el equipo profesional de fotografía aún era en 35 milímetros. Las manos no me daban para tomar fotos en medio de un nerviosismo inusual que se mezclaba con lágrimas, curiosidad y por sobre todo, tratar de comprender lo que significa la Cordillera de los Andes. Visualizaba la Cruz en el Valle de las Lágrimas donde están recuerdos de los fallecidos y del avión mismo…
Hice el cruce seis veces, nunca me dio miedo, la sensación es distinta cada vez porque me invade el recuerdo, lo inexplicable, lo humano, la supervivencia, la vida que triunfó sobre la muerte, el dolor, la avalancha, la Fe y el trabajo en equipo para salir vivos como fuera.
EL SOBREVUELO EN BUSCA DE LA NOTICIA: LA VIDA
Cuando viajé rumbo a Santiago en 2010, fue con el claro objetivo de una misión periodística a un lugar muy lejos, al Norte del país, en medio del desierto de Atacama, la segunda zona más árida del planeta, después de los valles de Mac Murdo en la Antártida, Continente que estuve allá por 1986…
El desierto es el cuarto que visito por temas de la Profesión. Cada uno tiene su particularidad. Los dos anteriores fueron en Medio Oriente, donde te transporta la historia de la Creación, sus Reyes e Imperios siglos atrás donde nunca terminas de entender lo sucedido y nuestros orígenes. No encuentro aún respuestas a la llamada Guerra Santa.
COPIAPÓ:
Luego de casi dos días de viajes desde Melo, Montevideo – Santiago y de ahí al norte hasta atravesar parte del desierto en un trayecto de doce horas en ómnibus en medio de la nada. Luego otro tramo en auto entre la ruta inhóspita y arena que cubría parte de la misma para finalmente llegar al Campamento “La Esperanza” tras algunos controles de Carabineros.
Llegamos el mismo miércoles 13 en pleno rescate cuya tarea demandaría toda la jornada la que finalizó a medianoche con mucho frío, bajo un manto de estrellas impresionante que se veían por todos lados.
Había tanto para hacer en pocas horas mientras salían a la superficie en la cápsula Fénix 2 los mineros, que los tiempos no daban, pero hicimos que diera para todo.
Estar entre familiares de esos trabajadores que mundialmente son explotados por los grandes empresarios que se enriquecen con la venta de minerales, te daba la sensación de una vida de lucha y que muchas veces viene de generaciones de mineros. Todo era humilde, sencillo, pero muy rico en Amor, Fe, Solidaridad, y lo del nombre del campamento: Esperanza.
Por momentos cuando subí a un lugar donde divisaba todo el enorme despliegue, los campamentos tanto de familiares como de Periodistas de todo el Mundo, recuerdo esa sensación indescriptible que tuve por estar en ese lugar. Un punto en el planeta lleno de energía, de Vida y esa era la mejor noticia: informar de la Vida misma…
Unas semanas antes al inicio del rescate estuvieron algunos de los sobrevivientes de los Andes dejando su mensaje de Fe, Esperanza y trabajo en equipo como lo estaban haciendo en una difícil convivencia bajo tierra.
Al caer la tarde y ya entrada la noche, el desierto se hace sentir, el frío es intenso, el fuego de los campamentos reunía a familiares de quienes estaban aún en la profundidad. Había cantos religiosos, charlas espontáneas, abrazos que se confundían, lágrimas por doquier, niños esperando a sus padres, esposas ansiosas de ver a sus maridos, madres con fotos de sus hijos que llevaban con orgullo por ser minero.
La familia Segovia, una de las primeras en llegar a instalarse con un campamento tuvo un gesto enorme conmigo: me obsequiaron al finalizar el rescate con el Pabellón de Chile que flameaba en una caña a lo alto del lugar donde llegaron en Agosto cuando el accidente. Ese Pabellón algo gastado por el viento de cada día y el sol árido, lleva la firma de las personas que allí esperaron día y noche a sus dos hijos que estaban en la mina de cobre.
Ese Pabellón lo conservo con respeto y admiración en mi mesa de luz.
Ya entrada la noche, solo se escuchaba el helicóptero que transportaba a cada rescatado hacia el hospital en Copiapó luego de las primeras revisaciones. Cada vez que emergía la cápsula con un minero, sus compañeros hacían sonar una sirena que se escuchaba en todo el lugar, junto a ese sonido que emocionaba, los aplausos se perdían en el desierto que era mudo testigo de lo que pasaba. Cuando veo el trabajo que hicimos ese día y sale a la superficie cada uno de los treinta y tres, el sonido de esa sirena no deja de emocionarme por lo que significa y haber estado ahí…
LAS EMOCIONES:
Uno ante todo es un ser humano, quizás más sensible que otros o igual que muchos, no lo sé…
La vida está llena de alegrías y tristezas, nada nuevo, ¿verdad?
Simplemente que con el Periodismo uno vive muchas situaciones, y en algunas afloran los sentimientos ante lo que tienes frente a tus ojos, ya sea un paisaje, una persona, un hecho triste o la alegría cuando ves a tu hijo nacer por ejemplo…
Cuando expreso lo que siento, lo hago tal cual es, porque así lo viví, y así vivo mi vida… cuando algo te toca el alma, el corazón habla.-
“Para mí, lo que nos enseñó la montaña es que la vida es muy valiosa y que debería vivirse plenamente, con el corazón y llenos de amor”.-
Fernando Parrado
Superviviente de los Andes