Era un hombre fuerte, con buena salud, durante el día andaba de aquí para allá haciendo cosas.

Estábamos acostumbrados a verlo frente a su negocio, atendiendo sus clientes.

Con sus 68 años recién cumplidos, se lo veía muy fuerte, y aún con proyectos para su vida.

Tenía programada su vejez, y hacía planes para cuando dejara de trabajar en lo suyo.

Los seres humanos vivimos programándonos para ese lejano mañana, pensando con casi seguridad que lo tendremos, por lo general no pensamos en que en cualquier momento podemos partir al más allá, y por cosas de la vida nos prohibimos de hacer ciertas cosas que querríamos hacerlas hoy.

Por ex motivo dejamos para mañana lo que podemos hacer hoy, y muchas veces, por cosas de la vida ese mañana no lo tenemos.

Seguramente si fuéramos más consientes, que lo único seguro es el momento, si tendremos o no un mañana no depende de nosotros, porqué así son las cosas de la vida.

Una mañana este señor se levanta como cada día a la misma hora, y se siente algo distinto, no como siempre, pero no comenta nada hasta la tarde, cuando decide dejar el negocio para ir a ver a su médico.

Había estado toda la mañana, y parte de la tarde trabajando y seguía igual, luego le comunica a su hijo que trabajaba junto a él, que se iría a su casa porqué no se encontraba bien del todo.

Su hijo de 42 años, que por cosas de la vida, había vuelto del exterior hacía dos meses, después de ocho largos años, lo subió al auto para acompañarlo hasta el médico.

Fueron directo a su sociedad médica, donde allí estaba su médico de cabecera, que lo atendió con mucha dedicación.

Le mandó hacerse algunos exámenes para descartar algunas cosas.

A todo esto eran las seis de la tarde, su esposa al enterarse que él estaba en la clínica se fue hasta el lugar para acompañarlo, al igual que su único hijo.

En algunas horas le hicieron lo que el médico había ordenado, y por cosas de la vida todo salió bien, cosa que tranquilizó al paciente, y a la familia. Los tres integrantes de la familia volvieron a la casa ya más tranquilos por los resultados, pero igualmente decidieron que él debería descansar, y así lo hizo al día siguiente.

Pasaron algunos días y todo siguió normalmente, trabajando y haciendo lo que acostumbraba hacer diariamente. Era un domingo a las ocho de la noche, era el cumpleaños de su esposa, estaba cumpliendo sus 67 años.

Hacía 39 años que por cosas de la vida, este matrimonio compartía sus vidas. Toda una vida cuidándose uno al otro, y compartiendo todas las cosas de sus vidas.

 Una semana después de ese día que este señor no se había sentido muy bien, por cosas de la vida, pasó algo que nadie se lo esperaba, lamentablemente y para el dolor de todos, por cosas de la vida, este señor de 68 años dejó de existir. La familia y algunas personas más allegadas estaban reunidas para acompañar a su esposa en sus cumpleaños. Él estaba haciendo un asado, en un momento le dijo a su hijo que se había mareado, el hijo lo sentó, y en unos pocos minutos mientras esperaban al médico dejó de existir. Por cosas de la vida tuvo problemas de corazón, y eso lo llevó a la muerte.

Él programaba su vejez, tenía planes para cuando llegara ese día en que dejaría de trabajar.

Durante tantos años de trabajo había tenido la suerte de juntar algunos ahorros para disponer de ellos en caso de alguna enfermedad, o simplemente para mantenerse, por cosas de la vida su destino era otro.

Esa compañera de 39 años hoy vive un profundo dolor por ya no tener a ese hombre que fue parte de las cosas de su vida. Su único hijo se pregunta porqué Dios se lo llevó, si aún él tenía ganas de hacer muchas cosas.

Ellos tendrán que aprender a vivir sin ese ser tan querido, lo recordarán cada día, en cada momento, y entenderán que lo que sucedió, y este dolor con el que hoy viven, es parte de las cosas de la vida.