LOS NÚMEROS OFICIALES DE INFECTADOS Y MUERTOS NO SON REALES
Escrito por Jorge Bonica Sierra en la sección Salud.
Publicado el 19/04/2020 17:00:23
Desde el 13 de marzo a la fecha, nos hemos centralizados en los números de contagiados, internados en CTI o intermedios y fallecidos.
A las dos semanas de iniciarse este estado de emergencia, se sumaron los recuperados.
Las ya famosas conferencias diarias de parte del gobierno, en algunas oportunidades con la presencia del presidente Lacalle Pou, con ministros y secretarios; han sido quienes han aportado los números diarios.
Los primeros 20 días, la cantidad de testeos era mínimo, yo me animaría a decir que eran ridículamente pocos los Tests.
De acuerdo a la información que manejamos de fuentes muy seguras, se trató de una falta de coordinación entre el Ministerio de Salud y las mutualistas privadas.
Las mutualistas privadas, salieron a enfrentar la emergencia sanitaria, con una estrategia clara.
No hacer tests en forma innecesaria.
El socio, que creía tener síntomas, que podrían ser del coronavirus, no debía concurrir a la mutualista, no ir a la emergencia, debe llamar por teléfono y pedir un médico.
El doctor lo va a llamar, y le preguntará sin verlo, cuáles son sus síntomas.
Usted le dirá que tiene fiebre, o que tiene tos seca, o que le duele la garganta, etc.
El doctor, por teléfono, reitero, sin verlo personalmente, evalúa en ese instante las posibilidades de estar infectado, de acuerdo no solo a lo que usted le dice, sino a su edad, sus antecedentes médicos, ya que cuando lo llamó, tiene en la pantalla de la computadora su historia clínica, y ya sabe si usted ha tenido otra enfermedad de riesgo.
Ese pobre médico, que además es la primera vez que atiende a ese paciente, debe tomar una resolución, o un diagnóstico clínico por primera vez en su vida, sin ver al paciente personalmente.
La tendencia fue no enviar el test, dejar al paciente incluso con síntomas, en su casa, y esperar la evolución 48 horas.
Pero el Test era la última medida a tomar.
Perdimos 20 días de test.
No se quería gastar, y por eso, la estrategia clínica era dejar al paciente en su casa y esperar a la evolución para tomar otra medida cuando el síntoma crece.
Hace dos semanas cambió el criterio, y además, aparecieron más posibilidades de testeos, pero la promesa de los mil testeos por día, jamás se cumplieron.
Si hubiéramos hecho durante este mes mil testeos por día, tendríamos una cantidad mucho mayor de infestados sin la menor duda.
Además, habríamos podido evaluar mucho mejor y tener la posibilidad de tomar medidas diferentes a las actuales.
Si algo se hizo bien, es apostar a mejorar sensiblemente la estructura hospitalaria para enfrentar una mayor cantidad de contagiados, que tengan necesidad de ser atendidos en una cama sanitaria.
No soy experto en lo que se necesita, pero imagino que respiradores y camas de CTI son los que mandan en una pandemia.
Lamentablemente, no tenemos la cantidad de recursos humanos necesarios, y se podría tener un set de CTI con todo lo necesario, pero no tener los profesionales para usarlo, esa es una carencia grande y que no se va a poder cubrir.
Es por eso, que hay una gran preocupación en que no se enfermen los médicos, enfermeros y personal de la salud, porque no hay como sustituirlos.
Dos errores imperdonables.
Que no se haya tenido desde el inicio miles de testeos por día dirigidos a las poblaciones de riesgo y sospechosas.
Y que el barbijo no haya sido, ni sea obligatorio desde el 13 de marzo.
El barbijo, y las gafas, impiden el contagio, así de sencillo, si alguien tiene el virus y no lo sabe, algo muy posible, no contagia a otras personas directamente.
Y si alguien sin barbijo tiene el virus y tose frente a alguien sano, y este tiene cubierta la boca, la nariz y los ojos, no lo contagia directamente.
Si además, se lava las manos, se frota las mismas con alcohol en gel, tampoco se contagia.
En síntesis, por equivocar la estrategia desde el primer día, los números que se manejan son muy diferentes a la realidad, hay seguramente cientos de uruguayos contagiados, que son portadores y no lo saben, no tienen síntomas, están contagiando a aquellos que se ríen hoy de los barbijos o les parecen incómodos.